Acercamiento al centro de una flor

Primavera. Adriana Bonazzi

Foto: Frame Harirak on Unsplash

PRIMAVERA

Adriana Bonazzi

La primavera es lo contrario a la intimidad. El dia en que supe que las flores eran los órganos sexuales de las plantas pensé que había que avisarles a los jacarandás- capaz no lo sabían- , y que algunas azaleas eran un poquito obscenas cuando llegaba septiembre. En esta época del año el aire y sus fragancias nos penetran subatómicamente y los seres vivientes nos excitamos de una manera tan global, que pareciera que la mitad de lo que existe en el mundo quiere unirse a la otra mitad.Nada ni nadie está haciendo otra cosa que no sea buscar algo para juntarse.Perdón por la falta de eufemismos en mi expresión, lo heredé de mi abuela paterna, Benita, una española muy directa al hablar.Casi bestial, dicho con cariño.Mi abuela era directa como una bestia, eso quiero decir. Cuando Dios repartió la sutileza ella no estaba ahí. Y resulta que septiembre me recuerda a una tarde de mis dulces diesiseis donde la primavera, como es su costumbre, anduvo develando intimidades. Igual que mi abuela, una mujer que debiera haber sido prohibida para menores de diesicies años. Pero yo ya tenía casi diecisiete y ella lo había notado, mucho más que mi propia madre

-Mamá va a trabajar y mi hermana hoy sale con sus amigas-me dice mi novio de pocos meses-por qué no venís a las tres de la de la tarde y conocés mi departamento? Yo no suelo captar indirectas, pero mi subconsciente sí. Será por eso que al preparame para salir decido ponerme la blusa de seda floreada de mi mamá, la de los botones forrados en raso. Es de color tiza, con flores marrones y beige. El color, un espanto, pero la textura…Dios mío!!! Cuando tocás esa blusa te parece que ella te acaricia a vos…

Mamá está ocupada en la cocina, así que, sin molestarla, me pruebo la blusa ante el único espejo largo de toda la casa, el de su ropero.El espejo de cuerpo entero es solo suyo. Me miro. Hermosa… Una voz interna me dice: falta algo. En una maniobra que las mujeres dominamos muy bien, me saco un bretel por una manga y el otro por la otra; retiro el sostén desde el escote y lo vuelvo a poner en mi cajón. (La caída del muro de Berlín en 1989, una década después, fue para mí algo muy conmovedor, pero más significativo dentro de mi propia historia fue el momento en que me quité esa prenda,en esa tarde) Vuelvo a la pieza de mamá y me miro una vez más. Allí estoy, valiente,con una blusa llena de flores, lista para ir al frente y sin la cota de malla.

Subo al colectivo, me bajo en su esquina, registro que el viento entra por mi pecho y abulta mi blusa prestada.Su portero eléctrico de metal se me hace un tablero lleno de sugestivos botones. Toco en el piso trece: el trece es mala suerte, pienso, pero sé muy bien a qué mala suerte me dirijo. Entro al ascensor y aprieto el trece, se enciende en colorado. Llego al timbre de su puerta, redondo,y al presionarlo empiezo a sospechar que estoy obsesionada con una parte de mi cuerpo.

El me abre y se hace el interesante, con que tiene que terminar un plano para la facultad y después charlamos, que le de unos minutos. Se pone unos anteojos, se inclina sobre su tablero de arquitectura y toma un Rotring negro para dibujar unas líneas. Es demasiado para mí. De pie, detrás de su silla, me apoyo en su espalda con mi blusa floreada, contemplando su trabajo con admiracion . Demasiado para él. De pronto se da vuelta, porque todas las dimensiones, todas las proporciones, todas las perspectivas y todas las aberturas convergen en mi.( Mas precisamente en la línea que separa Berlín oriental de Berlín occidental.)

Mi blusa no me falla y acaricia sus manos. El desprende tantos botones como yo he oprimido para llegar a su puerta. Desde el balcón del piso trece entra el aire del rio y me pega en la cara, mezclado con jazmines. Es una brisa de primavera, sin fecha de muerte. Me la respiro toda deseando que un dia, alguna clase de poesía que aún no conozco,me permita exhalarla sin perderla. (Las cosas entre mi novio y yo no van mas allá de la blusa de seda y la Alemania unificada, a sabiendas de que la hermana me tiene entre ojos y puede entrar en cualquier momento…) Me vuelvo a casa ,más azalea mediana que jacarandá.

Entro ,y mamá está hablando con la abuela Benita en el living. La abuela me ve un poco sonrojada en los cachetes y me pregunta en su tono españolísimo

– De donde vienes? Hombre, que te sale luz de la cara…

– Salí con mi novio- le miento escuetamente.

Escucho a mi abuela lanzando esta pregunta, delante de mi mamá:

-Tu novio ya te ha tocado?…que una cara tan radiante,pues no vendrá de la nada..

Mamá se ríe, o algo así,y le dice:

-Ay Benita, cómo se le ocurre hacerle esa pregunta a la chica!!!!

Yo apenas logro articular, copiando su frase:

– Ay abuela,eso, como se te ocurre!!

Pero los ojos de mamá me escrutan ,atando cabos entre mi cara y mi ropa ( creo que hasta se dio cuenta del asunto de la cota de malla.) Transmutada en la madrastra de Blancanieves me espeta:

-Si te ibas a poner mi blusa más linda al menos me la podías pedir prestada!!!!!

(No, mamá, lo hubieras sabido todo)

-Estabas ocupada en la cocina y no te iba a molestar por una tonta blusa floreada- !!! me defiendo.

La abuela sonríe, mamá no, y yo- antes de salir corriendo a resguardar mi intimidad-, percibo que las tres, al mismo tiempo, nos conectamos con el hecho inexorable de que las flores se abren cuando llega la primavera.

 


Adriana BonazziAdriana Bonazzi es Licenciada en Periodismo, egresada de la Universidad del Salvador.  Se dedicó al estudio y la enseñanza de la Astrología desde 1998. Dirige su propia escuela «Signos», abocada a la investigación y enseñanza de los lenguajes simbólicos. Paralelamente se ha dedicado a la música como profesora, autora y compositora.