El guardián de la colmena

El guardián de la colmena, de Leandro Frígoli

 

EL GUARDIÁN DE LA COLMENA,

de Leandro Frígoli

Ed. Abisinia, 2021

 

El Guardián de la Colmena, de Leandro Frígoli, comparte la intimidad del deseo de un hombre que se tolera sutil en el verso como parte de una naturaleza vivida y rodeada de la palabra, que labra el papel como la tierra del huerto.

 

Hay una complejidad basta en hacerse cargo. Estar tranquilo, ser genuino. Encontrar el momento preciso para las cosas.

MG

 

CRÓNICA DE UN ABRAZO

 

Un tropel de abejas escribe una pregunta en el aire:

¿Podrá Leandro Frígoli expresar

sus sentimientos?

 

Se mueven sin dirección

van confabulando migajas con el sol.

Son testigo de un idioma olvidado.

 

Un campesino apicultor del hermano Uruguay

—sin temor a la boca malintencionada —

confiesa que ha sobrevivido

al aguijón de la vida.

Ante la melancolía de los árboles

y con los ojos húmedos

entendió que es de macho

pedir un abrazo a otro hombre.

 

Una legión de abejas

baila frente a las acacias

como si fuera un tributo

a la tierra nuestra.

 

Leandro Frígoli escribe en su cuaderno

para no olvidar aquel anciano

enternecido por el aire.

 

Abisinia Editorial publica simultáneamente en Argentina y Colombia la primera edición de El guardián de la colmena, que indaga sobre la vinculación entre las abejas, la naturaleza y el ser humano. El autor traduce el lenguaje de las abejas y nos acerca a esta vida fascinante por medio de la poesía. Es decir, rescata aquellos momentos o instantes que existen en la actividad apícola.

«Es un libro que busca romantizar la tierra, volver a mirar hacia ella, extraer la semejanza y el ejemplo de la vida en comunidad y en comunión», escribe Fredy Yezzed sobre el primer libro de poesía de Leandro Frígoli.

Estos poemas se leen en las familias apícolas y en los apiarios para resignificar una filosofía de la abeja como símbolo y estética. Además, es un medio para hablar de la conservación del ambiente y la biodiversidad en la comunidad.

 

Otros poemas del Guardián de la colmena. Selección del autor

 

POETA DE LA RESISTENCIA

 

a Atilio Perez Da Cuhna “Macunaíma”

 

Una abeja se posa en mi pulgar

detiene su movimiento

inquieto

y me destroza con su silencio.

 

Siento la indiferencia de su abdomen.

 

Ensimismada en una oración

anuncia el viaje final de Macunaíma.

 

¿En qué ríos los ecos se oyen como poemas?

 

En los misterios de algún paisaje

Benavides en modo padre

espera por tu abrazo.

 

Seni Labart con sus lentes gastados

guiña el ojo y escribe en el papel

uno de tus versos

la vida en la mirilla.

 

Siento una helada devastadora

en mis manos.

 

Ante un denso aire

que desprende un polvo

húmedo de certezas.

 

¿Una abeja es una declaración?

 

Ellas danzan sin dirección

dibujando el signo en la vigía

de una procesión religiosa.

 

Macunaíma me enseño

la poesía hay que convertirla

en armonía de pasos y velas

 

Darnauchans bebe

un vino en tu honor.

En el fondo Levrero cuenta:

El pensamiento es una fuerza

más fuerte que la ley de la gravedad.

 

Macunaíma es pecho amarillo,

peleador de los que duran

hasta el último round.

 

Macu, tus palabras

encienden una fogata.

Arden amapolas.

 

 

LA POÉTICA DE LA ABEJA

 

 

De panal a panal

el hombre le lee poemas a sus abejas.

 

El relato del hombre

conserva el canto de los laureles y los eucaliptos

en su retiro hacia la calma.

 

No necesita un perro, un gato, un hijo:

sabe que su trascendencia está en el zumbido.

 

El mundo será una miel exquisita algún día,

se dice el hombre que lee poemas a sus abejas.

 

Ante los versos de Hölderlin

la gota se diluye en el riachuelo,

la hoja le grita a la luz de diciembre,

 

el trébol blanco obsequia su polen.

 

El hombre que lee poemas a sus abejas

hace una pausa y mira al costado de la colmena:

y ellas danzan su baile épico y cotidiano.

 

Con el poema vibrando en el aire de las abejas

lo imposible es una opción.

 

El hombre que lee poemas a sus abejas

escucha los silencios de la colonia

y ve los espacios en blanco entre las palabras.

 

Una abeja es una pregunta en el paladar.

 

 

 

«… Las abejas, la apicultura, no solo resultan la musa principal del poeta, su mayor fuente de inspiración, sino que también la práctica de esta “artesanía” y la vida en comunidad con la colmena, le han otorgado el don del detalle y madurez, han afilado sus ojos y sus oídos para ver el mínimo detalle, para oírlo todo: desde los zumbidos hasta los silencios, y así convertir cada imagen, cada sonido, cada roce, cada sentir en versos que desbordan miel.»

Magalí González Cagni

Profesora de Letras de la UNLP

 


Leandro Frígoli

Leandro Frígoli nació en Lobería, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1979. Es poeta, apicultor y comunicador social. Es Licenciado en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales Olavarría-UNICEN. Técnico en Producción Apícola en la Facultad de Veterinarias de Tandil-UNICEN. Especialista en Desarrollo Rural de la Universidad de Buenos Aires. Sus poemas han aparecido en las antologías Yo vengo a ofrecer mi poema. Antología de Resistencia. (Bogotá – Buenos Aires, 2021), Dramaturxia Galega Actual (Galicia, 2018), Angye Gaona o la libertad en el ala (París, 2013) y Poéticas abiertas, simultáneas y obligatorias – PASO (Tandil, 2008). Es colaborador de las revistas Marcha Digital, Revista Digital de Sudestada, Abisinia Review y Cubahora. Es columnista del ciclo radial Sincronízate de la Radio Ekko FM 92.5 de Azul. Actualmente está radicado en Azul, Argentina. El guardián de la colmena es su primer libro de poesía publicado.