Árboles reflejados en el agua

Cuatro poemas inéditos, Ariel Bermani

Foto: Gabriel Matula on Unsplash

CUATRO POEMAS INÉDITOS

Ariel Bermani

 

*

Borges está dormido

con la boca abierta

nos tienta jugar

a embocarle algo

migas de pan

galletitas

libros de Sábato

pero nos gana la admiración

ronca tanto

como la más ordinaria

de mis tías

o como yo

que tengo apnea

bueno eso nos une señor Borges

una chica insiste

con taparle la nariz

otra con pintarle los ojos

yo les digo

dejen tranquilo al viejo

seguro que sueña con Quevedo

y tiene un adjetivo ya listo

para entrar en acción

un adjetivo

que sólo él podria usar

los ronquidos de Borges

me emocionan

ay si Estela Canto lo viera

seguro lo comería a besos.

 

 

*

Ese profesor de historia

de primer año

que nos leía los sonetos

que había

escrito para su madre muerta

y estaba cerca de jubilarse

y de cumplir el sueño de su vida

pasar el día leyendo

¿habrá  podido aprovechar

sus últimos años

solo

en su casa

con todos esos libros?

¿en un mundo perfecto

existiría la literatura?

estas preguntas imposibles

de responder

me acaban  de despertar

necesito hacerlas

antes de olvidarme

otra vez

de aquel profesor

de aquellas mañanas frías

en Adrogué

teníamos trece años

estábamos un poco dormidos

todavía

eran  las ocho

seguramente

o las ocho menos cuarto

y el profesor lloraba

sin que nos diéramos cuenta

evocando a su madre

pensando en que pronto

volvería a verla

en el cielo

al menos eso estaba escrito

en los sonetos.

 

 

*

Mi hijo no puede saber

qué tipo de miedos

pasan por mi cabeza

cada vez que sale

cada vez que lo veo concentrado

con su celular

su computadora

no lo sabe

no tiene por qué saberlo

en definitiva

su vida es solo de él

y recién empieza

y mi vida está acercándose

a la zona

de declive

todo lo que no hice

permanece en un resplandor

de oscuridad transparente

que a veces me asalta

como uno de esos perros

que parecen estar siempre

a centímetros de morder.

 

 

*

Cómo era caminar diez cuadras

hasta el único teléfono público del barrio

que  no siempre funcionaba

cómo era embarrarse con la más mínima lluvia

embarrarse jugando a la pelota

pasar la tarde jugando a la pelota

cómo era comer pastas caseras los domingos

y que mi abuelo tocara la mandolina

y mi abuela estrenara zapatos nuevos

cómo era cuando mi otra abuela

la que vivía con nosotros

se pasaba el día con la tele

a todo volumen

porque se estaba quedando sorda

cómo era cuando se maquillaba

para ir a comprar al almacén

cómo era cuando mi viejo me decía

que yo repetía cosas de libritos

o cuando íbamos a pescar con él

y con mis tíos

o a ver carreras de TC

o la tarde en que nos corrieron con gases

en una de las populares

de la vieja Doble Visera

cómo era esperar el colectivo a la madrugada

para volver del centro

cómo era el olor del kerosene

la humedad de mi pieza

mamá picando piedras

para levantar el galpón

cómo era apilar ladrillos

palear cemento arena

dormirse pensando en un poema

despertarse con ese mismo poema

en la cabeza

cómo era cuando llegaban mis amigos en bicicleta

tarde

y en casa todos dormían

menos yo

cómo era imaginar el futuro

tomar mate dulce con agua hervida

tener miedo a no poder irme nunca

ser un chico para siempre

no sentir que el cuerpo tiembla si una mujer

está cerca

cómo era sacarse la ropa juntos

por primera vez

cómo era imaginarse de viejo

pensar que la muerte podía ser el final

o tal vez el principio

de otra cosa

cómo era creer en dios

cómo era cuando no tenía muertos

cerca conmigo

cómo era cuando no tenía a quien llorar.

 

 


Ariel BermaniAriel Bermani nació en el Gran Buenos Aires, en 1967 y vive en la ciudad de Buenos Aires desde 1990. Publicó cuentos, artículos y poemas en revistas y antologías. Es autor de dieciséis libros. Las novelas: Leer y escribir, Veneno, El amor es la más barata de las religiones, Quedarme acá, Furgón, Agua, Anita, Messina y La línea sinuosa. También de los cuentos de Ciertas chicas; de las crónicas de Inochi wa takara; de un libro de reflexiones sobre el oficio de escribir, Procesos técnicos; y de cuatro poemarios: No sé nada de ballenas, La relación con los objetos, Tenemos que hablarlo y Até mi caballo. Recibió el premio Emecé 2006, la Segunda Mención en el Premio Clarín 2003, la Segunda Mención en el Concurso Julio Cortázar de novela corta, en 2004 y la Beca Bicentenario a la creación literaria del FNA, en 2016.

 

Parte de su obra fue traducida al hebreo y al francés. Es narrador, poeta, coordinador de talleres de escritura y de lectura y editor.