EL PÁJARO
Selección de poemas de un libro inédito
Curaduría: Cecilia Ferreiroa
Extracción del bachero
Tengo 27 años, estudios
completos todos salvo universitarios
que medité hasta la mitad.
Vivo en el barrio donde llegan las vacas
y se vuelven cortes que todos comemos.
Perdí a mi viejo cuando mi familia eran los Rolling Stones.
Tengo amigos que están montando
sus primeros negocios.
Negocios que quiero y no quiero,
yo trabajo de bachero.
Y aunque todo el tiempo me hundo
en las cosas más difíciles de explicar
yo, que me sumerjo,
menos las entiendo.
Soy bachero. No soy Bach.
Jefes y commises
ayudantes, pasteleros
llevan años.
Por la pileta corrieron tantas manos
como platos que se quiebran.
El anterior a mí está preso,
el anterior bachea en un crucero,
otro que fue de un verano
hoy viene y pide cangrejo
para su troupe facilona.
Uno es un rato. Yo no sé lo que me espera,
si otra bacha igual a esta o la primavera
brotando como el canto del pájaro madrugador
antes de que amanezca. Sé que cuando meto las manos
en el agua
la mugre aguanta
algunas cosas se limpian, otras quedan.
Soy bachero. No soy Bach.
Profundo
Hablemos del destino: cuando Eneas
huía de Troya llegó a una cueva en África
y dibujado en la roca se vio a él mismo
fundando Roma, que era Troya renacida.
Hablemos del destino: hubo un graffiti
cerca de Londres, una lengua en la pared
de la casa donde nació Keith Richards.
¿Casualidades? Pienso que nuestro lazo
estaba escrito y me vuelvo a ver buscar
algo en la carta que me diste en el restaurante
pero cuando la abrí no había signos, nada –
era un menú, lo contrario de una profecía,
una lista de platos más fáciles de lavar que de pronunciar,
dip de aguacate, crumble de pera, eneldo en el roll de trucha,
así que elegí cualquiera, veamos un dip, y dip fue depositando
reminiscencias de un clavado en una pileta muy honda
melodías de un baterista romántico jubilado de emoción
dip de qué, entonces preguntaste,
un dip de algo, no sé, ¿dip de qué?
y tensa entre el hummus y el queso pottage con rúcula
la guitarra troyana del piropo me iba inspirando palabras vanas
que con oficio de bachero pude reprimir en lo hondo
hasta que repetiste, dip de qué, eso sí fue un mensaje,
estabas apurada, tenías una fiesta, tenías todo menos todo el día,
te faltaba cerrar tres mesas porque esas viejas habían pagado (sin propina),
te faltaba cerrar dos mesas porque una era amiga del comisse,
te faltaba una mesa porque ya el último cheto dejaba de jugar al polo
gastronómico así que dale, ¿dip de qué?
un dip vacío entonces dije, un dip
sin nada, un dip para que tu bachero no lave,
un dip espiritual, que tu cocinero no sirva,
un dip profundo y sin relleno,
un papelito a lo sumo, no digo un teléfono,
sólo la dirección del bar, el antro, el lugar
del cielo donde todo se invierte
y la mesera es cliente y el gremio se atiende a sí y explota
en una fiesta oculta detrás de esta calle
apenas vestida
de carnaval.
18
Conozco a esos falsos ausentes. Están
en cada esquina que no asoman
en cada miga que no dejan de pan.
Si ni siquiera llaman por error
es porque están acá a la vuelta.
Si no se les cae una pista
es porque tienen un plan.
Borrándose olímpicamente
ellos invaden.
Tanto que hablaron del final de esto y de aquello
y ahora que deberían estar lejos
te enrostran su ausencia.
Ni para el cumpleaños, un mensaje.
Caraduras, no puede ser tanto lujo de detalles.
Ese vestuario vacío
tendrían que haberlo dejarlo en sus casas.
Pero no. Ustedes no querían irse,
por eso saquean sin dejar una miga
y okupan supuestos museos de arqueología
escondidos detrás del esmilodón.
Qué manera de no poder irse la de ustedes
en las calles, en los bares.
Qué etnográficos que son
ocultándose así.
Evasores, analistas de campo,
especialistas en la luz
fría de las vidrieras nocturnas
y sus pulóveres de oferta.
Ahora amanece y ustedes, falsos ausentes
ya hablaron con el panadero y le dijeron
“este tipo va a venir
sin dormir
y va a comprar dos palmeritas
y dos medialunas”.
21
La gente habla de los cocineros,
dicen que son perversos.
Yo si es por ver, vi mezclar huevo batido
con la escupida de los primeros mates y salió un omelette
que el cliente agradeció. La gente ignora
las soluciones ante la crisis. No había finas hierbas
esa noche en la bruta ciudad.
Pero la gente habla de los cocineros,
dicen que son artistas.
Yo sé que el ingrediente exacto
si no está a mano no lo usan,
si está a un metro, todavía envuelto en su lujoso papel,
elijen la mayonesa. La gente viene por ellos
y a los demás, literalmente nos sumergen.
De los bacheros no se habla.
No hay leyendas urbanas.
Todos los platos son de autor
menos los lavados.
24
Qué lindo que era
cuando me mandabas
besos en la parte del cuerpo
que yo más quería.
Entonces bajaba la persiana,
caminaba tres cuadras, subía
al colectivo y me quedaba dormido
en el primer asiento.
Me despertaba en la autopista,
la villa a un lado,
al otro el barrio privado.
Y el chofer me decía: vos
reclasemedia acá
no sabés ni dónde estás.
Poema del 0%
El 90% de la buena poesía lírica
se escribe después del coito, dice Ricardo que dijo Brodsky.
¿Y el otro 10% de las canciones de amor?
Se escribe desde la abstinencia, nunca desde las ganas.
Y es que nada se consigue de la soledad alzada.
Nada, ni una milésima de nuestra dicha o lo que escribimos.
Nada digno de mostrar, de ofrecer, cuando se está caliente
y solo. Un enlace a un video en Youtube
es todo lo que rinde la soledad alzada,
un video mandado sin verlo
por las fuerzas parapoliciales del que está solo.
Un videoarte de un performer suizo
que arrastra un bloque de hielo por las calles del DF
bajo un sol implacable, hasta que se derrite.
Cosa que es mentira, porque no se derrite
nada que venga de ahí.
Nada se fija ni se evapora, es un estar
sólo caliente en el cuerpo que habla
solo.
Adolescencia. Una palabra en la lengua
para eso que no es una edad sino un estado,
el estado de estar solo y al palo
volviendo en transporte público a una casa que ya no es propia.
Pasión. Otra palabra en la lengua
para algo que no es un estado sino una población
diezmada, hambreada, reducida
por esta pegajosa memoria.
Nada se consigue de la soledad alzada,
todo lo bueno que se ha escrito tuvo otra condición.
Todo lo bueno que se escriba tendrá otra sustancia.
Nada, nada, nada
le deberé a este momento.
Una noche de lunes, con lluvia, por las calles vacías
en un colectivo con luces azules y cortinas rojas,
botellitas de licor pegadas a una mesa
y música lenta. Nada.
Es esto como podría ser el pescado que mañana llega a la pescadería.
Nada. Es esto como podría ser un prendedor
en el cajón vacío de una cómoda.
60
Cada segundo cuenta
frente a la hoja
aunque el tiempo no exista
para escribir.
Se nos puede ir el día
mirando un plato
pero cuando hay que lavarlos
el tiempo es todo.