SONRIENDO LOS DOS
1
Todavía me dura a mí
ese saludo en el corazón
y creo que también
le dura a él ese saludo
en su corazón
de cuando yo golpeé
la ventana del café
y entonces él levantó
la cabeza del diario que leía
y me vio hacerle un gesto
de agradecimiento
con mis manos
y él con una de las suyas
juntando las puntas de los dedos
que se llevó a la boca
me tiró un beso
y nos quedamos así
sonriendo los dos.
2
En tu pueblo lluvioso
y con calles de tierra
que están llenas de árboles
pequeña joven nazi
pensás en la guerra racial
y en una Alemania
de juguete que se adapta
a lo que te dijeron
los líderes del grupo
de supremacistas blancos
que te captaron
en la secundaria.
Siempre estabas sola
caminando en los pasillos
de la escuela, eras re loser,
además de pobre,
pero cuánta belleza
había en vos, princesa nazi,
coronada con latas de cerveza.
Ahora en tus hombros pecosos
hay dos esvásticas
y águilas negras en tu tórax,
que parecen desplegar sus alas
cuando repetís consignas a deshoras,
y queda poca gente en la fiesta,
y estás más animada por el alcohol.
Porque sos un poco tímida
pero vas tomando fuerza
y ganando confianza
y de tu boca salen unas arengas
que llaman a la masacre y la unidad.
Perdiste la virginidad
viendo un video de Hitler
donde daba un discurso
que exaltaba a los viejos.
Te acostaste sobre banderas rojas y negras
y un joven de cabeza rapada
se reclinó contra tu sexo.
Princesa nazi, ¿qué hiciste con tu vida?
¿dónde quedaron esas horas
en que leías la Biblia en un granero
antes de tu clase dominical?
Las noches de Alabama se encienden
con cruces prendidas fuego
que refulgen en tus ojos…
Y en un bosquecillo el hardcore estridente suena dulce saliendo por unos parlantes desastrosos…
Y hay pogo y gritos que se imponen
sobre la música mientras vos meditativa inclinás la cabeza saludando a la muerte.
Añorando Gólgotas de sangre
y mil años resplandecientes para el Reich.
3
Era un bebé precioso
de manos regordetas
y cabeza cuadrada
con un torso en forma
de tubo del que salían
sus extremidades,
cilindros de formas regulares,
largos o pequeños
con los que agarraba cosas
mientras los años
con sus experiencias lo moldeaban.
Iba a una escuela geométrica,
con techos negros de pizarra
donde en sus aulas aprendía
sobre las posibilidades
de los planos y volúmenes,
y en su mente desfilaban,
trapecios y cuadrados,
rectángulos y hexágonos,
triángulos y círculos,
octógonos y heptágonos.
Vivía en una casa
que estaba en un país
adentro de un planeta
que flotaba en el espacio
e iba creando el tiempo
con sus ondas magnéticas.
Tuvo una vida feliz, creció,
estudió, hizo algunos viajes,
realizó sus primeros trabajos
(sin destacarse en ninguno)
y cuando sus padres murieron
él emigró a otro continente
donde puso una librería
especializada en fotografía.
Se casó con la chica que amaba,
-una belleza helicoidal, impresionante-.
Y tuvieron hijos con forma de pirámides.
Una noche, ya anciano,
descubrió que en la pared
de su cuarto había un agujerito
al que iba agrandando con sus dedos, inconscientemente, como jugando.
Y entonces metió una mano
y sin hacer demasiado esfuerzo
introdujo también el cuerpo entero.
Del otro lado estaba todo oscuro
y hacía demasiado calor.
Cuando quiso volver no pudo
porque el agujerito ya se había cerrado,
y todos pensaron que él estaba
descontento con su vida
y se había fugado.
En su casa los hijos lo lloraban
y era muy triste ver sus lágrimas
cayendo escalonadas
por sus cuerpos de pirámides;
su mujer llevó luto unos meses,
hasta que se cansó.
4
El drogadicto que echaron
de la biblioteca era Jusucristo.
El mendigo que estaba sentado
en un banco del andén del subte
temblando de frío
también era Jesucristo.
Vos sos Jesucristo?
Veo cruces en tus ojos
cuando cae la tarde
y las gallinas caminan a tu lado
mientras con tus manos
les vas dando avena.
El ladrón que agarraron en el tren
era Jesucristo.
Era Jesucristo también su mujer
y su hijita con miedo
al ser conducidas por un policía.
Era Jesucristo la niña pianista
que dio el buenos días
a la audiencia que colmaba
un teatro de cristal
levantado en la Antártida.
Los días se pasan con formas de nubes, soldados, caballos, andando en las sierpes
de una colina, o inmensos colosos
que ruedan luchando mientras se desperezan.
Y todo se trata de las cantidades
de harina y pescado
para alimentar la aldea.
5
Me
hiciste
feliz
con tu
vestido
rosado
en la fiesta
cuando
te vi con
una copa
de vino
acercándote
a mi lado.
Y en el aire
volaban
serpentinas
que se
enganchaban
en tu pelo
—era fin
de año—
y tus ojos
estaban
brillantes
al salir
al balcón
donde
bebimos
y fumamos.
Abajo
los autos
parecen
hormigas
me acuerdo
que dijiste
cuando
te besé.
Francisco Garamona nació en Buenos Aires en 1976. Es editor, librero, curador, músico, artista visual, escritor y documentalista, entre otras actividades que ejerce regularmente. Publicó más de 45 libros en editoriales de Argentina, Chile, Paraguay, Colombia, México, Guatemala, España y China. Grabó 8 discos con sus canciones que se pueden escuchar o descargar gratis en garamona.bandcamp.com. Dirigió los documentales: “Sergio de Loof: El Monarca” (2016); “Juan José Cambre: todo lo que no hago mientras pinto” (2017); “Marcelo Alzetta: una baldosa renacentista” (2020) y “Fabio Kacero: El fantasma y la grafóloga” (2022). Dirige la editorial Mansalva y la librería La internacional argentina. Es miembro del Longevo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires (LIAEPBA).