El Sol

Spiegel im spiegel. Mariana Docampo

Foto: Ankita M on Unsplash

SPIEGEL IM SPIEGEL

Mariana Docampo

 

Esos pájaros que llegan de lejos no pueden más de sed.

Miro cómo se agranda el sol adelante mío.  El sol me alumbra, el sol es mi compañero.  Comparto con el sol la experiencia de estar viva.  Coincidimos durante un período relativamente corto, considerando el tiempo del mundo, que coincide con el tiempo del sol.  Si bien estoy viva gracias al sol, él se relaciona conmigo con humildad, y hasta parece que disfruta de mi compañía.

Estamos acá en mi departamento de Almagro, el sol y yo, o mejor dicho: estamos el sol y mis yoes.  Eso puedo comprobarlo a una determinada hora del día (a la tardecita), cuando miro las sombras que proyecta mi cuerpo al interceptar el desplazamiento de los rayos.  Y mis sombras se ondean, con lentitud, sobre el piso (una baldosa no muy cara).  Mi sombra es doble, o también podría decir que son dos sombras, una grande como una nube de humo, pero sin olor, y otra más oscura y más chiquita, adentro de la primera.  Ahora que miro bien, noto que incluso hay una sombra todavía menos nítida que recubre las otras dos.  Entonces son tres en total, pero podría haber más, aunque no las vea.

Concluyo que la sombra es una parte mía que solo se activa al contacto con la luz del sol. Es un desdoblamiento, o soy yo con otra espesura.  Y esa sombra (ese yo mío) está ligadx a mi cuerpo por las relaciones entre la luz del sol y mi opacidad, pero así y todo tiene su independencia.

A veces salen de mí varias sombras al mismo tiempo y deambulan sobre las baldosas.  Que pase eso o no pase eso depende de la dirección de los rayos del sol, y de la posición exacta de mi cuerpo antes de que la luz llegue al objetivo, cuerpo que si se mueve, modifica también el corazón de las sombras.

Una vez salió una sombra de mi boca en medio de la noche y se tiró por la ventana.  Fue un suicidio de mi sombra que produjo en mí alguna liberación.

Mis sombras más alegres bailan en el suelo cuando bailo.  Lo hacen en dos dimensiones.  Yo en cambio, bailo en tres dimensiones.  Esas sombras alegres van del piso al cuerpo, del cuerpo al piso, y salpican las paredes.

Saltaría con mis sombras a otra dimensión.

Hace un tiempo caminaba por la montaña.  Era el año 2010 y habíamos ido con G al sur de la Argentina en Flechabús.  Estábamos sin auto y sin plata, y solo podíamos andar algunos metros desde la cabaña hasta el río, y desde ahí bordear la orilla, porque el resto estaba detrás de alambrados.  La ciudad, incluso ese río, que la cruzaba de lado a lado y se metía entre las montañas, no tenía cercos, es decir, era de todxs nosotrxs, también de los mendigos que hubieran podido acercarse con sus bolsas y con sus perros, y tal vez incluso sacarse sus tapados, porque hacía calor y podías estar tranquila en el pasto.  Pero todos los terrenos que rodeaban el río y la ciudad estaban cercados.  Y así, el área común era mucho menor al área privada, y apenas dabas dos pasos ya no podías dar más sin meterte en la propiedad de otra persona.  Queríamos ir con G a un lago que estaba cerca, pero nos dijeron que hundidos en el fondo estaban los huesos de los indios del lugar, a los que mataron en el siglo veinte.  Y quedaron las almas ahí abajo enlazadas a sus dioses.  Las almas de los indios me visitaron por la noche. G también los vio, pero a ella le parecieron ángeles feos.  A mí me parecieron lindos, con sus vinchas y marcas en la cara, con el pelo negro.  G se asustó tanto con la visión que no fuimos al lago.  Y a la mañana, mientras ella dormía, yo salí a caminar, y me encontré con el sol.

Los pájaros sedientos que llegan desde lejos no dan sombra.  Buscan en los tanques de agua, en nuestras terrazas.   Podrían -esos pájaros- cruzar adelante del sol, y en el trayecto, ponerse cara a cara frente al astro.

La lengua del sol me lamió la cara ese día en la montaña, como un perro bueno y grandote y seguí mi camino junto a él.

Ahora estoy en Almagro.  Es primavera y sin embargo hace un calor de locxs (30 grados de calor antes de que llegue noviembre).  Mi gatito -José Carlos- da dos pasos y se tira al suelo, de costado, con toda su panza pegada a las baldosas, se lamió bastante y está con los pelitos mojados.  Mientras desayuno pongo un tango dedicado a una mujer muerta y enterrada en una tumba.  No es que lo haya elegido, me lo tiró Spotify cuando escribí Julio Sosa.  Y desató una catarata de sentimientos que inundó mi corazón.  No sé de dónde vienen ni con qué se relacionan: “El cielo tiene golondrinas, el árbol flor, el aire aromas, pero tu sigues siempre sola y yo vivo un otoño de amarga soledad”.

Me pregunto qué son los sentimientos.  Por qué te toman el cuerpo, te impiden relacionarte con el sol.

José Carlos me muerde.  Le quito mis manos y le pongo un lápiz a cambio, le doy su ratoncito de lana, un cartón.  Todo lo toma, pero igual sigue mordiéndome.  Últimamente encontré un método para que se quede tranquilo.  Pongo Spiegel im Spiegel de Arvo Pärt, y a él esta música lo entristece tanto que sea donde sea que esté, se acuesta y se queda quieto, sin lágrimas, pero sumido en la melancolía.  Spiegel im Spiegel, espejo en el espejo.

El método de entristecer a mi gato me parece cruel, así que lo uso solo en casos críticos.  La mayoría de las veces le pido en voz alta que no me muerda, y me pongo a desear que crezca rápido.  Ahora él camina entre las plantas del balcón, y ellas están verdes, grandes y hermosas.  Y todo gracias al sol.  Pero también al agua y a la tierra que puse en las macetas.  Es un milagro del que participé.

 

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Mariana DocampoMariana Docampo es escritora y licenciada en letras por la Universidad de Buenos Aires. Tiene publicados seis libros de ficción: Al borde del Tapiz, El Molino (premio Fondo Nacional de las Artes), La fe, Tratado del Movimiento, La familia y V; y la crónica autobiográfica Tango Queer Buenos Aires (Beca del Bicentenario 2016). Es profesora de escritura en distintas instituciones y coordina talleres literarios de escritura y de lectura de manera privada.  Profesora de la materia Lectura para escritores III de la carrera de escritura creativa de Casa de Letras.  Desde el año 2011 dirige la colección “Las antiguas” de la editorial Buena Vista dedicada al rescate de obras de las primeras escritoras argentinas. Es co-guionista del largometraje “Marilyn” (68 Berlinale Film Festpiel Berlin). Coautora del libro de entrevistas “Sara Facio. La foto como pasión” (Planeta, 2016). Es la fundadora del espacio Tango Queer de Buenos Aires y organizadora del Festival Internacional de Tango Queer de Buenos Aires.