Pies tocando el agua

Restos. Belén Longo

Foto: Jorge Gil on Unsplash

RESTOS

Belén Longo

 

Al ritmo galopante del tiempo,

sin pedir pista,

                  algo cae

 VIOLENTO

es el día que no avisa.

 

I

Cualquier día, noviembre 2020

El timbre. El celular. Los ladridos. Las correas. La puerta.

Cansancio.

Compro plomo bronce aluminio, bochas de heladera, colchones viejos…  estamos comprandooo, todo lo que no le sirva estamos comprando, señora… Compro plomo bronce aluminio, bochas de heladera, colchones viejos…  estamos comprandooo, todo lo que no le sirva estamos comprando, señora…

Los perros se van. Las ventanas se abren. El viento circula y hace remolinos. El afuera se pelea en el adentro.

El vaso. La pava eléctrica. Agua con limón y mate. Agua… El mar.

El tesoro que no ves / La inocencia que no ves / Los milagros que van a estar de tu lado / Cuando comiences a leer de los labios / Y a ignorar los embustes y gustar / Con tu lengua de las aguas que son dulces / Aunque te sientas mal / Si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía / No vas a regatear.

La mesa. Los papeles. El termo. La lapicera. El mate. Los resaltadores fluorescentes. Una tostada. Un ponstil. Un archivo. El queso untable. Un mail. Una mordida. Una silla. Otro mate. La hora. Un trago. El archivo. La Mermelada. El fondo de pantalla.

Una Imagen. Una playa. Papá.

El llanto.

El agua que hierve. Apagar el fuego.

El trabajo. Más trabajo. Siempre el trabajo. La Verdad en hojas oficio, entre papelitos de colores y huellas de dulce de leche. Minimizo. Achico pantallas. En el fondo una Imagen. Una playa. Papá. El llanto. El agua que hierve.

Un ring tone. Tienes cinco notificaciones de whatsapp. Prioridades ¿prioridades?

Olor y humo. El arroz de los perros. Una olla sin agua ¿cuánto tiempo? ¿Ya volvieron? Ladridos. Baba. Volvieron. La escoba. El trapo. Los platos. Comida balanceada. Arroz. Olor y humo. El sahumerio. Olor y humo. Un cigarrillo. Olor.

Una foja. Dos fojas más. Más olor. Más dolor. Los ojos se aprietan. Se desploma el cielo. Llueve pesado sobre los hombros.

 

II

8 de octubre del año 2020

 

Un ambulancia anda despacio por la calle de tierra. Da vueltas, giros, marcha atrás, retoma hacia la derecha, nuevamente retrocede. Avanza poco, se pierde en el barro sin vereda. Las cuadras de asfalto se dejaron atrás. Las ruedas se hunden, las partes duras se bambolean. La ambulancia no te encuentra, como vos no encontras el aire para respirar. No dormís. Te sacaron el viento fresco de la mañana, el que te abre los pulmones. El aire te da ganas de sol y agua, de agua y plantas, pero esta mañana tu fotosíntesis no reacciona. Estas morado. Una ambulancia finalmente se oye de fondo, tapa el sonido de las alas de los picaflores y del canto de los aguiluchos colorados. Están llamándote. Reclaman carne. Ya no quieren robar de tu mano, quieren todo, como nosotros, que te queremos todo, acá.

El móvil blanco llega. Dos astronautas bajan. Te dan algo de oxígeno, es artificial, pero te ayuda a caminar sobre el césped, como pisando la luna. Querés andar solo, nada de sillas con rueditas ni brazos blancos de apoyo. Aunque tengas que luchar contra tus pulmones de plomo, tus pulmones grises de lodo, vas a continuar a tu ritmo.

 

IV

 

Busco

en lo que perece

y lo que aparece

es miedo y

es tiempo y

es pérdida y

es duelo

 

INFINITO

 

es también,

flamear en el perfume de los jazmines.

Finitud

es

no poder ver.

 

V

Seguir (¿como?) en diciembre 2020.

Escuchas.

El sonido del tren. La casa de Laferrere vuelve a resonar. Una puerta tras otra rechina, un manojo de llaves abre lugares olvidados. La cocina está llena de días, de alacenas vacías y de aire que huele a los noventa. Las persianas, que solían estar abiertas, tienen quince años de clausura. Demasiado tiempo condensado en el abandono, me pesa. El cuello cruje como las llaves intentando mover las cerraduras anquilosadas. Mamá llora el divorcio en un rincón del living, yo me voy rápido por la puerta de la esquina. Dejo en mi cuarto muchas cosas. No me despido. Papá también se fue así, hace veinte años, hace unos meses.

La abuela llama. Cierro puertas, pongo candados, voy a la casa vecina. El sonido del lavarropas distrae. La casa de la abuela sigue haciendo ruidos actuales. Mi cabeza rebota, como las zapatillas en el tambor. Movimientos centrífugos ponen distancia, fuerzas centrípetas me reclaman. El agua se escurre y las cosas se secan. Como un cuerpo que ya no está, que no respira ni transpira. Yo, en cambio, soy un río de lágrimas. Soy agua estancada en la superficie y también las corrientes internas. Soy un mar de grandes olas espumando la costa, moviendo arena. Soy los remolinos que entierran, llevan hasta el infierno.

 

 

Las nubes se amasaban sobre la alta mar hecha de una eternidad de cálidas lágrimas. (Infancia. A. Rimbaud)

 

Algún día sin comienzo ni fin.

¿Caminas en las nubes? Yo si. Bueno a veces, por ejemplo cuando me abrazas y me apoyo en tu panza de almohada, o cuando me das besos rasposos, de vacaciones. ¿Caminas sobre el agua, decís? ¿No es más divertido nadar? Yo prefiero mi modo de andar en las nubes, liviana pero bien segura. Segura sobre tu pecho de rulitos. Rulitos que hacen cosquillas en las orejas y me ponen una sonrisa igual a la tuya. Eso dicen, que tengo tu misma cara, que nada mas me faltan los bigotes. El gato tiene bigotes pero no me los presta, igual no los necesito porque te tengo a vos.

Alcanzame la copa que te sirvo. No, no es domingo, pero estoy sin el auto y mañana no trabajo, podemos emborracharnos. Levanta la copa y mirame a los ojos. Los tenés brillosos. No estás llorando ¿no?

¡Te digo que sí! que a veces camino en las nubes, aunque siga con los pies en el suelo, así llegué hasta acá, más no puedo. Un día me di cuenta. Un día que iba al chino a comprar este vino. No, no era tarde, era como media tarde. Doblé en Carlos Calvo y me encontré arriba de una nube. No se, no me dio ni risa ni nervios. No fue como en el avión, donde los kilómetros de aire bajo mis pies dan mucho chucho. No sentí nada, así que, tranquila, me puse a dar pasitos, uno tras otro.

Palmitos no. Pasitos te digo, Paso a paso, como el juego ese te acordás: pan queso, pan, queso. Así, un pié atrás de otro. Hacelo y mirate los pies. Pegaditos, donde termina la punta apoyás el talón. Vos no te ves los pies, ya se. La panza no te deja. Estas gordito.

Vos también vas a poder caminar en las nubes, es precioso vas a ver. Es como el cliché que dice que son de algodón. Un poco así se siente, pero en lugar de ser solo un paseo mullido, también te da subidones ¿Viste como esos zancos que usan las pibas por Avenida Libertador para hacer ejercicio? Si que los viste alguna vez, cuando íbamos a pasear por ahí. Las pibitas saltan sobre eso como canguros ¡Ah viste, si te acordás! Caminar en las nubes es algo así. Un poco hundirse en algo que te abraza sin apretujar. Y después te despega. Pero no te suelta violento como los cohetes que van a la luna o a marte, en ese plan de conquista. Es un impulso libertario, como cuando vos me decis que haga las cosas que me gustan, que sea feliz, que vos estás al lado mio siempre. Una cosa así, que te abre el pecho y te llena de aire con olor a jazmines. Bueno a vos con olor a rosas. Ya se que los jazmines te dan dolor de cabeza.

Vas a ver que el viento que te acaricia mientras das el salto es calentito, como el agua de las playas de Brasil. Si que vas a caminar en la arena también. Seguro que podés estar en todos lados a la vez. Así de infinito sos, gordito. Un día vamos a estar caminando juntos, hoy también estás caminando conmigo pero yo acá y vos estás probando ese caminito nuevo de nubes. Ya veo que pudiste.

Yo voy a seguir andando en estos suelos duros, tengo ganas de seguir andando por acá, un buen rato.

Mis nubes de Carlos Calvo son otra cosa, ya lo se. Pero son divertidas también. Las tuyas son eternamente divertidas, como la sonrisa entera que siempre me regalás, veo que la seguís teniendo ahí en tu casa infinita.

¿Un pasaje ida y vuelta? ¿vos me conseguís un pasaje para que te dé un beso grandote y pasemos unos días? Como nuestras vacaciones ¿Allá hay hotel All inclusive? todo es All inclusive, claro, que tonta. Le digo a Cele y vamos si, hacemos un doble de tenis, avisale al abuelo. A la noche salen los dados y te vas a la ruleta con Celeste. No, conmigo no cuentes. No me gusta. Vos sos loco. A mi dejame en las nubes ¿viste que están rebuenas? Entiendo, ahí no hay plata y la ruleta es infinita. Bueno voy a probar si querés. Además todo es un juego ¿no? Vos ahora lo ves clarito, acá todo es un chiste ¿Nosotros somos las fichitas? Pero también los que pierden. En cambio vos siempre ganás. Estás tan lindo gordito. Siempre fuiste una estrella, mi rockstar de traje y corbata. Ahora se te nota más que nunca esa luz. La plenitud te queda hermosa.

 


Belén Longo, escritoraBelén Longo nació hace cuarenta años en Buenos Aires, pasando su infancia y adolescencia en la localidad de Gregorio de Laferrere. Es abogada y actualmente se encuentra cursando la carrera de Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes. Su primera novela, Donde mueren las mariposas, fue seleccionada por Mariana Enriquez, Juan Diego Incardona y Gabriela Cabezón Cámara para recibir el Premio Futuröck de Novela 2019″.