Montañas y valle del Río Jordán

Que la paz sea contigo hermane. Martín Glozman

Foto: Eddie & Carolina Stigson on Unsplash

QUE LA PAZ SEA CONTIGO HERMANE

Martín Glozman

 

Que la paz sea contigo hermane, que nos bendiga la vida, que nos encontremos en el camino más allá de todas las contradicciones, que seamos une entre nosotres y podamos llegar más allá del dolor del alma que nos estructura.

 

 

Dos niñas recorren el jardín secreto de sus sueños, donde solían encontrarse por las noches al nacer. Un sector de guerra de familias. Yo soy tú. Tú eres yo. Yo soy ella.

Los pronombres se intercambiaban en la mesa de negociaciones de la identidad del grupo. No todo está perdido. No todo es privado. No es todo de todos tampoco. Pero había un velo que caía al nacer y que se descubría cada noche. Es el velo del yo. Yo soy, tú eres.

En esa memoria de la infancia cada niña veía un paisaje de encuentros. Ella veía una montaña. Yo veía una llanura. Entre esas metáforas había un lago donde jugábamos a pescar peces con los muñecos. El más grande, el papá, lo cuidaba todo, pero no confiábamos en él, porque sacaba siempre ventajas al pescar. O más carnada. O más leña al cocinar. O sorpresas in fraganti. De esa manera nos dábamos cuenta que quizás la figura paterna era traicionera, y la madre no nos defendía. Ella era el agua del estanque donde nadaban los peces.

No había seguridad, había caos. Lo siniestro. Lo extraño. Pero en el medio de todo esto encontrábamos el bien adentro -nos decíamos. Y sí, fue que lo encontramos. Justo antes de lo que iba a pasar, pero eso es otra historia.

 

 

Me encontré en una Mezquita en Jerusalén, abierta al turismo, pidiendo un Corán en español o inglés. Un muchacho nos recibió y nos invitó a pasar. Que nos traía por acá. Me interesa tu cultura. Quizás lo que diga sea contradictorio para algunos, pero nuestros pueblos para mí son hermanos.

A veces repito esta charla en mi memoria y seguimos hablando de muchas cosas.

Él sonría y me seguía haciendo preguntas.

Le hablé de amigos míos vinculados con el Islam que trabajan sobre sus orígenes, sus raíces y ancestros. Me preguntó si yo lo hacía. ¿Tú también haces eso? Sí, le contaba, lo hago desde hace mucho.

¿Y que resultados obtienes?

No encuentro la paz hermano, pero sé más que antes y sigo sintiendo que cumplo una misión. Algo con les otres, les hermanes, y con las raíces de mi pueblo, mis ancestros. No encuentro la paz, y no tomo partido tampoco.

Si un judío está en contra de los árabes, lo discuto, y si alguien más está en contra de los judíos también lo discuto. No se trata de evadir el conflicto, pero hay algo que supera al conflicto, la armonía de los opuestos.

El tao.

Nos mirábamos francamente. Este hombre que me invitó a pasar me hacía preguntas que eran muy certeras y profundas. Espero que sea la inauguración en el camino de muchos diálogos, nuevas invitaciones a pasar.

Lamento en el alma lo que está pasando en Israel con los palestinos. Desconozco todas la variables del conflicto, y la posibilidad de que empiece a tener una resolución, que yo siento que va por la legitimidad de Palestina, pero no creo que se trate solamente de tomar partido. Sino de procesos de diálogo.

 

En The man in the high castel, una serie en Prime Video que presupone la victoria de los nazis en la Segunda Guerra, y su alianza con los japoneses, hay un personaje muy interesante, el Sr. Tagomi.

Desarticula tensiones. Usa el I Ching, practica el arte marcial, y se mueve entre bandos, más allá de la taxonomía de los contrarios, buscando desarticular la posibilidad de la guerra. Ese movimiento taoísta en que instruye a uno de los personajes más importantes de la serie, termina superando las banderas en función de una trascendencia de los tiempos y una posibilidad de alcanzar una remota armonía, tal como aquella que trabaja el Sr. Tagomi en su jardín con el arreglo de las flores.

Me gustó la serie, porque si en ella hay dos bandos, es entre quienes buscan lo estático y la dominación, y quienes se mueven libremente buscando el movimiento.

El camino de lo humano.

Un cambio acá es un cambio allá.

 


Martín GlozmanMartín Glozman, escritor, editor, docente (Buenos Aires, 1979) es Licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires y Magister en Escritura Creativa por la UNTREF. Publicó los libros Salir del Ghetto, Help a mí, No hay cien años y Documento de María. Coordina la Plataforma de difusión y desarrollo de literatura La copa del árbol donde realiza además talleres de escritura creativa. Dicta talleres de escritura académica en la Universidad Nacional General Sarmiento.