Fotos: Mercedes Araujo
PEQUEÑO POEMA EPISTOLAR SOBRE EL CIELO, LAS NUBES Y EL TIEMPO
Mercedes Araujo -Inéditos-
Tesoro
paso por aquí a contarte
sobre una deslumbrante
y muda tormenta de rayos
dentro de una sola nube blanca
que cabalga la negrura
y cada tanto me ilumina.
Correteando
o en detenimiento
las nubes van.
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Con la oreja este oigo teros
con la derecha a la montaña
abrirle la boca al cielo
una, dos, tres luces brillan.
¡Luminicencias!
gritan bravucones
los teros.
Cien días de lealtad ya
y mañana ciento uno
otra vez voy a hacerlo
las nubes hilachentas
apenas vaporosas
una cordillera mueven
y esta
poeta del cielo duerme
se atraganta, abre las piernas
la nariz le gotea
¡Denme mis alas!
mis dos afiladas alas
y un poco de esa elegancia
el blanco en la cara
un copete pequeño y altivo.
¡denme mis plumas!
Y las dos patas.
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Nadie nos dice
que la luna no brilla exactamente
y menos que no es blanca
que más bien es
la córnea
la inolvidable cornea de la amada
raya rasgada sobre fondo negro.
Nadie nos dice
que no sabemos bufar
tampoco decir
algo importante con las pestañas
ni oler con precisión
nadie nos enseña
cómo nombrar la penumbra
sin balbuceos
«allí donde acaba la luz
y aún no empieza la sombra».
La tierra, el cielo
se escriben ellos
¿Qué seríamos, qué
hierba, peste, huerto
habríamos dicho
sin ser antes perro
abeja, prado
noche, fuego?
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Sangra su despedida
el sol poniente
alabarlo todo menos la pena.
Igual te fuiste dorada y fuega.
¡Si pudieras verte!
ahí donde el cielo arde
ahí se te ve de cerca
la cabeza tonta para un lado
para el otro corriendo las piernas.
Una naranja cortada en gajos
y anuncian ruidosas
la noche
tres pavitas del monte
yungueñas
así te fuiste, chillando
y con espuelas.
Si te vieras.
Ahí donde el cielo arde
dorada y fuega.
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Al cansancio
pensalo como la lluvia
que ahora brilla sobre el pasto.
Al relámpago como la intuición,
el sonido viaja más lento que la luz.
Pensá la tormenta que ronda el cielo
como cada uno de los fantasmas
de tu vida. Elípticos, saturnales.
A veces parecen garzas
de pico agudo
cuello y alas en llamarada
otras, una minúscula culebra adiamantada.
:::
Tesoro
no le supongas nada
al cielo
a las nieves
a la garganta de una montaña
-como los recuerdos-
apenas están ocurriendo.
Mercedes Araujo nació en Mendoza. Publicó los libros de poesía Ásperos Esmeros, Duelo, Viajar sola, La isla, Así es el fuego, La sed y el agua (audiolibro), la novela La hija de la Cabra y Todo lo que deba ser transparente será transparente (fotografías junto a los poemas de Patricio Torme).
Recibió el Primer premio del Fondo Nacional de las Artes en novela en 2011 y el Tercer premio en poesía en 2009.
Sus poemas forman parte de la antología Poetas argentinas, 1960-1980, de la Colección Prismática, Volumen Amor, Antología Perras, entre otras, y han sido traducidas al inglés, indio, italiano y francés.
Es profesora de escritura creativa en UNA.