BIOGRAFÍA DE UN PADRE. DIÁLOGO CON UN HIJO
Darío Glozman y Martín Glozman
Cuarta entrega Ver tercera entrga
Me encontré con la mujer de mi hermano, en el 29 al venir, en la segunda parada desde casa. Me preguntó por la mamá de mi mamá. L. está haciendo un árbol genealógico sobre su historia, pero L. no se habla con F. Y G. no sabía y le preguntó a N. N., hoy me dijo, con vos quería hablar.
Justo hoy a la mañana la había llamado G. a que me pregunte a mí.
Yo le dije, mirá las vueltas de la vida, yo con Martín estoy intentando escribir mi historia y ese fue un tema que llegamos a tocar y yo, mi versión, es otra. No sé si la tomé de cuál de los hermanos, de mi mamá, o de mi papá. La versión que yo tengo que ni fue un suicidio, que realmente se empezó a incendiar la panadería, el sacó primero a mi mamá y a Lola de la panadería, y él entró a llevarse cosas que para él eran importantes. Hasta eso. Yo no sé si vivían en la panadería o solo era un negocio.
Me preguntó si después del incendio donde murió el padre murió la madre o si murió antes. Yo supongo que fue antes. Hay otras versiones. La tumba está en el cementerio de Liniers pero yo nunca miré la fecha de defunción.
Ahora viene conectado con el libro, porque en el momento que estaba hablando con N., se me cruzó por la cabeza si yo no averigüé ni busqué más rastros porque ya me saturaban las cosas que había, las realidades, entonces como que la historia ya no me ataba, estaba más preocupado por las realidades de ese momento.
Entonces justo N. me pregunta, y los mellizos cuándo murieron.
Cuando yo tenía creo que cinco años, mi mamá estaba embarazada, fue al Hospital Durand a tener familia, la que la cuidaba era F., mi viejo aprovechaba que no estaba mi vieja y a la noche se iba de joda. Yo ahí estaba resentido con mi papá por la actitud. Me acuerdo muy vagamente. Yo estaba con un ataque de asma en ese momento, mi mamá recién internada y como que después de todo lo que pasó yo sentí que le iba a tener mucha envidia a los mellizos porque iba a ser el más chico: Dariito. Así me decían mi papá y mi mamá.
Yo ya venía teniendo, no me acuerdo exactamente desde qué edad asma, que cuando me iba a la casa de mi tía Lola me ponía ventosas y me calmaba, pero en realidad en casa me decían que yo tenía alergia a las plumas y a un árbol que había que daba al balcón de mi casa.
Los mellizos nacieron muertos, pero en el noveno mes del embarazo. Yo creo que hubo un momento que me sentí culpable, pero esto es como un recuerdo de algo que pudo ser. No es que me acuerdo 100 por cien, pero algo sentí.
Aparte hubo un suceso que pasó… A mí mi papá nunca me pegó pero a A. y F. sí.
Mi mamá después de perder los mellizos, quedó internada. Ella decía me vaciaron el útero, cosa que no podía volver a quedar embarazada.
Y pasó algo que nunca se lo pude perdonar a mi padre, porque F. se pasó todo un día limpiando la casa, y con una máquina para lustrar que tenía también cepillos para rasquetear, cuando vos rasqueteás la madera, sale el aserrín, y vuela. Justo en el momento en que entró estaba rasqueteando. Después había que limpiar. Entró en ese momento y le dio una paliza, me acuerdo. Y yo no entendía nada por qué. F. trabajaba ayudando a una modista, estudiaba, a la noche, la cuidaba a mi mamá en el Hospital. Yo y A. estábamos solos, lo que pasa, como que yo me iba cargando de una sensación que no aguantaba más y cada vez tenía ataques de asma más fuertes.
El último ataque de asma lo tuve en el barco antes de cruzar la línea del ecuador. Porque cuando el barco cruza la línea del Ecuador, esa noche se hace una fiesta. En ese momento, yo me había despertado y me faltaba el aire y para mí yo era un huérfano, ya estaba sin familia. Yo sentía que no los iba a volver a ver. A raíz de eso en el camarote dormía un italiano que viajaba y cinco compañeros míos, era un camarote de a siete, y justo el italiano dijo si paran con los quilombos, se dejan de tirar cosas y me dejan dormir, yo les traigo una mina que trabaja en el barco para coger con la tripulación, pero no tiene que salir de ustedes seis.
Entonces yo propuse hacer un pacto de sangre y de hermandad, ya que ninguno de nosotros iba a tener familia en Israel, íbamos a un kibutz que a los hijos del kibutz los tratan como una familia, nosotros nos íbamos a constituir en una familia. Con una giillet, nos cortamos y nos íbamos cruzando como cuando brindás y hacíamos pacto de sangre. Nos cortábamos apenitas.
Y por ejemplo yo salí en el primer Barco, en el Augustus, con la hija de uno de los madrijim, que no era madrij, yo que sé, era una familia que viajaba a Israel, y como no había madrijim lo pusieron a cargo del grupo si había problemas. Se llamaba Estela. Y un compañero que no era de los que hicimos el pacto, que se llamaba Ieuda, la provocaba todo el tiempo. Y un día yo lo encaré mal y él se levantó… las mesas eran con caballetes como estas… pegó un salto, yo me corrí para empujarlo al piso, y cuando hago así estaban mis cinco amigos arriba del tipo.
Yo de los seis, era el más travieso. Después de esa situación Ieuda no se metió más y muy a la madrugada, una de las chicas que dormía en el camarote con Estela le robó una bombacha y escribieron con marcador Estela. Yo bajé la bandera del barco que era la italiana e icé la bombacha. Como que le hacía una joda a Ieuda. Estela lo tomó también como una joda. Teníamos 14, 15 años.
Después nos preguntaron quien fue, nos echaron la culpa a los seis, entonces dije que había sido yo. Estuve un día en el calabozo, en el barco.
El calabozo estaba en el tercer piso para abajo del barco que eran todos caños y había una puerta de reja. Sí, me costó estar ahí.
Hablaron con el tano, que viajaba en el camarote y que conocía a los tripulantes y me vinieron a decir que al otro día me iban a sacar. Pero incluso venían y se turnaban y me hacían compañía. Los cinco más yo, y jugaban al truco a través de la reja. Nadie cuidaba el calabozo.
Meir, uno de estos chicos fue compañero de la guerra de los seis días. Es más, estuvimos los seis en el mismo kibutz. Está muy lejos ahora para extrañarlo, es como si fuera otra vida. Una cosa así.
Sí, en seguida en el kibutz conocí una chica… Toda con rulos, parecida más a F. en la adolescencia y era la que en el kibutz bailaba mejor bailes israelíes. Yo aprendí con ella. Y aparte también bailaba danza ballet.
Fue difícil conquistarla, porque habían estado argentinos del primer barco que llegó con inmigrantes y los habían echado del kibutz porque viste después de comer tenés que ayudar a los que trabajan en la cocina, dejar todo limpio, levantar las bandejas, y ahí de entrada le tenían los israelis del kibutz bronca a los argentinos. Aparte cuando iban a trabajar, a juntar naranjas se escondían y se tiraban a dormir.
Nosotros habíamos ido comprometiéndonos con Sheliaj –de la Sojnut – son los que te mandan a Israel comprometiéndote y te envían plata para subsistir. Un Shelizj sería un enviado. En mi época en la agencia judía ahí en la calle Lavalle el Shelij se llamaba Swi. Él ya había estado en Israel de Shelizj y acá era el que tomaba las decisiones. Nos comprometimos a hacer quedar bien a los argentinos en el kibutz, a no hacer jodas pesadas. Y esto valía porque el Sheliaj que estaba en Israel era amigo de este Swi y este fue el que me hizo todos los papeles sabiendo que yo firmaba por mi viejo. Pero yo le había prometido que si me salía, yo se lo planteaba a mi papá, para que él lo sepa un mes antes.
Los Sheliaj quieren que todos los judíos vayan a Israel. Como dicen ellos, el pueblo de Israel vive. Y para vivir con todas las fronteras cubiertas de enemigos necesitan más gente que haga aliá.
Yo estudie biblia porque la rendí. La primera vez que escucho el final de lo que dijiste que es amarás a tu enemigo, porque lo que vivís viviendo en Israel, que el hijo de tu enemigo puede matar a tu hijo, si tu enemigo no te mata a vos.
Primero que la sensación tanto en la instrucción militar como antes en el colegio que es previa a entrar en el ejército y la escuela militar, se llama pregatna… son colegios que vos ya podes estudiar mecánica de tanques, y te adjudican cuando entrás en el ejército a mecánica de tanques. Yo estudié en ese caso electrónica. Normalmente electrónica aprobaban los rusos, los europeos, generalmente los argentinos si vos venías de un nacional, de un comercial… incluso viniendo de un industrial era muy difícil que apruebes. Y bueno, yo directamente entré ya a recibirme en el secundario y yo ya sabía que me iban a mandar a una base y que iba a trabajar en el instrumental electro hidráulico en el avión que me toque. Yo aprobé electrónica en la escuela militar.
Solo el hecho de que la frontera esté pegada a las casas donde viven los israelíes y del otro lado mandan cohetes, mandan comando, vos cuando ya entrás en la instrucción militar te sentís soldado que está defendiendo tu casa del pequeño pueblo que linda la frontera y de todos tus amigos, o sea la sensación es que si no te defendés y ganás la batalla van todos los israelíes al mar.
Estoy dispuesto a lo que me dejen para ganar la batalla. Estoy dispuesto a todo.
Uno dice no maté y tampoco nunca sabe porque cuando estás en la frontera se cubre la línea de la frontera de a cuatro durmiendo en cruz… los pies de los cuatro se tocan. La conexión son estos dos que están despiertos, mirando la frontera, y para atrás, y los otros descansan. Atrás de los cuatro tenés el sheep o el tanque, porque ilumina y dispara, pero también dejás muy jugado a que otros francotiradores u otros comandos del otro lado te detecten. Entonces muchas veces cuando sentís ruidos ya más o menos los conocés y te das cuenta que no es un pájaro y aparte hay reflejos, depende de cómo esté la luna ese día. Entonces vos a veces le avisas al de atrás que avise al tanque que ilumine, y el de adelante dispara.
Si ves que son muchos los infiltrados o estás muy seguro te la jugás.
Si, disparé.
Nunca me enteré si maté.
No lo querés ni saber.
Vos disparás a figuras que se mueven, que te las imaginas por cómo se van moviendo las plantas, por los ruidos.
A mí no. Nunca me dispararon.
Si estuve bajo bombardeo.
En Virgazkafa, cuando bajé en el Sinaí. Bajé con un avión una vez tomada la base. Era una base árabe que se tomó en la guerra de los seis días. Y dos veces bombardearon que yo me recuerde.
Yo no soy de remover el pasado y me cuesta porque hay cosas muy profundas que medio las tenés borradas pero imagínate, yo estuve en Israel desde el 66, cinco, seis años, y tenía una tía, todos habían pasado los pogrom, vivía en Tel Aviv y otra en Natania, eran familiares. Viste que tengo una prima S. que era hija de L, que vive en México, y yo sentía que me recibían con un amor… Dormía en un pasillo en una cama angosta, me servían el desayuno, cuando sea la hora que iba me habrían la puerta me preparaban la cama. Lo mismo este tío que vivía en Natania. Hacían eso porque había venido solo a Israel y me la había jugado. Que era soldado, sí, influye. Pero yo lo sentía como amor. Es que ellos no tenían otra familia. Era otra forma. De dar cariño, yo que sé.
Yo siempre viví en un ambiente de locos, de discusiones, de peleas, que todavía no entiendo como repetí un poco lo mismo. Estoy leyendo el libro que me regalaste, Cartas a un hijo , muy despacio porque hay cosas que las tengo que leer en profundidad, por el tema. Entonces ahora me lo llevo al sur el libro, hasta ahora leí tres capítulos, y me moviliza mucho, así que de repente le tengo que dedicar tres horas seguidas y después quedo agotado. Cuenta cosas del padre y se proyecta en el hijo que recién nació hace unos meses. Como que él sabe que va a poner voluntad para ser distinto de lo que hizo el padre pero hay cosas que va a repetir. Por lo menos él tiene miedo de que va a repetir. Yo personalmente creo que no se puede no culpabilizar cuando uno ve resultados negativos.
Bueno una de las cosas más importantes que te conté hoy, que cuando se cruzó la línea del Ecuador fue cuando tuve el último ataque de asma en mi vida, que me faltaba el aire, no podía respirar, me sentía morir cuando era chico, y que la única forma, aparte de las ventosas de mi tía L., que para mí era irme de mi casa más que las ventosas, lo que me aliviaba.
Es que yo tenía la fantasía de chico de escaparme de mi casa.
Después lo que sentí es libertad. Sí tuvo un costo. Hubo muchos momentos de tener vacío afectivo. Primero que las cartas de mi padre yo prácticamente no las leía porque me hacían daño. Ponía, recibí su carta, me puso muy contento y firmaba, pero en el fondo sentía que me hacían daño. No las leía, las rompía y las tiraba. F. tiene algunas cartas que yo alguna vez mandé, creo, y tiene por ahí cartas que no me llegaron a mandar, y que venían de vuelta. Eran cartas poéticas. Y yo me estaba jugando la vida para estar lejos y para no morirme de un ataque de asma, y no estaba para leer poesías. Yo entendía que él era huérfano también, entendía que lo que querían dar que era afecto de alguna manera lo dieron, pero el clima que había en mi casa cuando yo era chiquito me resultaba muy enfermante.
Darío Glozman, Buenos Aires, 1948. Se crió en el barrio de Parque Centenario, emigró a Israel en la adolescencia y a su regreso a la Argentina en 1969 se casó y tuvo tres hijos. Estudió ingeniería textil y se dedicó a la fabricación de ropa para mujer y moda.
Martín Glozman, Buenos Aires, 1979. Licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires y Magister en Escritura creativa por la Untref. Publicó los libros Salir del Ghetto, Help a mí, No hay cien años y Documento de María. Actualmente lleva adelante el proyecto La copa del árbol. Dicta talleres de escritura académica en la Universidad Nacional General Sarmiento.